domingo, 17 de enero de 2010

Hipoteca vitalicia

Se conocieron hace décadas y desde que se miraron por primera vez se hipotecaron con un sonrisa. Recibieron caudales de riqueza y felicidad, 5 y 7 años después de contraer tan perpetuo compromiso. Nacieron varón y hembra, a los que se dedicaron en cuerpo y alma; una inversión de amor y dedicación que generaría gran rentabilidad durante años. Inesperadamente recibieron con los brazos abiertos la futura herencia por anticipado, años de trabajo no se merecían otra cosa que descanso entre los suyos.

Hubo periodos brillantes de grandes rentas vitales. Gozo. Pero también hubo trimestres de carencia, donde las cuentas no cuadraban ni con calzador. Los tipos de interés fueron fluctuando como fluctúan los mercados financieros. No ahorraron en demostraciones al principio pero con el tiempo, gastaron menos de lo que deberían lo que a largo plazo supuso un coste irrecuperable. Una vida entera incumpliendo complicadas clausulas contractuales y, donde día a día se intentaron modificar las condiciones adicionales. Los detalles desaparecieron en los primeros años. Los tributos fueron altos debido a errores imprevistos porque una de las partes decidió exponerse a un alto riesgo.

Así que el único interés fijo era un camino por delante. Y en esta dura travesía llevan tanto tiempo que parecen siglos, caminando juntos pero ya sin darse la mano, unidos por un contrato que a veces parece una hipoteca y otras tantas una cuenta corriente.

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