Viendo a la gente pasar podría estar horas en esta calle, clásica
y dinámica siempre igual y a la vez diferente un cruce de caminos, de vidas; unas
que se apagan y otras que comienzan a brillar, muchas inadvertidas que circulan
con la misma inercia de cada día, dormidas, pero dispuestas o impuestas a
engrasar los engranajes de una de las grandes arterias, de esta ciudad. Como si
de un hormiguero se tratara las trabajadoras se mezclan con las más díscolas,
un puñado de rezagadas que se niegan a terminar de beberse el fin de semana.
Así amanece esta calle, entre música y ruido, nunca en silencio. Yo cansado de
esperar un autobús me lanzo al enésimo taxi que me tienta.
Buenas noches y
buenos días, Gran Vía.