domingo, 28 de febrero de 2010

Luna Deseada

Cada veintinueve días la miraban brillar, cada uno desde su ventana cerraban lentamente los ojos y pedían un deseo. Un día al abrir los ojos sus labios estaban sellados.

jueves, 25 de febrero de 2010

En el lugar de siempre...

Aquella mañana había recibido un sobre sin remitente. Debía haber pasado un año y un par de meses desde la última vez. Ausente al murmullo que se propagaba por aquella cafetería convertida para ellos en un pequeño refugio, permanece sentado en la mesa de siempre. Despacio, da vueltas a la cucharilla, con la mirada fija en aquel pequeño papel doblado que sostiene entre sus dedos, se sumerge en sus recuerdos.

La primera vez, ella salía del jardín de infancia, él jugaba en la plaza con el balón. Los siguientes veranos compartirían juegos y peleas. Durante uno de ellos, un ingenuo juego les llevaría orillas del mar. Sol y arena fueron testigos del primer beso, un sabor a sal que nunca olvidarían. Un amor de niñez que les acompañaría toda la vida. A veces dormido por tantas ocupaciones, otras despertando de pronto en el hueco de algún cajón. Ella le recordaba por su cálida y sosegada voz, él por su luminosa y dulce mirada. No habían vuelto a reconocer una sensación semejante en otros labios. Pero escondían el sentimiento sustituyéndolo por otros.

Deseaba que se abriera la puerta, que sus miradas se cruzaran una vez más. Ella comenzaría a hablar sin parar. Impaciente. Él intentaría controlar la situación hablando del paso del tiempo. Y, en silencio, mirándose a los ojos a tanto solo unos centímetros de distancia. Con las manos entrelazadas el sonido de la cafetería se convertiría en susurro. Sus labios lentamente acabarían uniéndose de forma inevitable. Al separarse ambos serian conscientes de que la única muestra del paso del tiempo eran los arrugas de sus rostros.

El ruido de la cafetería toma forma poco a poco. Su mirada se había mantenido abstraída durante aquella dulce melancólica que proseguía a la apertura. Dentro, un texto sencillo, escueto, acompañado de aquel inconfundible olor que tantos recuerdos le trae. Lee y sabe, no hace falta más.

Fecha y hora, en el lugar de siempre.


domingo, 14 de febrero de 2010

Contra reembolso


Dudó y, finalmente, la dejó caer en el buzón. Dentro, los abrazos que nunca se atrevió a darle.