sábado, 19 de enero de 2013

Cama vacía


Sostengo el móvil en la mano. Ya han pasado varias semanas. Gracias a la mudanza los primeros días pasaron deprisa, en poco tiempo había ordenado las cajas y limpiado todo más de lo necesario. Después los días fueron pasando lentamente, tenía claro que no podía seguir con lo nuestro ya nos habíamos engañado suficiente, pero pronto, aun habiendo sido yo el que dio el primer paso para acabar con todo aquello, empecé a contradecirme, a echarte de menos, y traté de ocupar mi tiempo y mi mente.

Hoy estoy agotado, llevo todo el día fuera haciendo las primeras compras de navidad, sin ti después de tantos años. Al llegar a casa, he cenado un par de copas de vino blanco. Ahora pienso tumbado sobre una cama con la luz de los rayos de una Luna pletórica en un cielo vacío. No paro de mirarla, sobre los edificios. Respiro profundamente… intentando dejar la mente en blanco, pero es imposible, la nostalgia me envuelve. Hace ya al menos una hora que debería estar durmiendo si pretendo aprovechar el domingo. -el despertador me perdonará mañana- pienso. Trato de dormir una noche más al borde de la cama, miro hacia el que era tu lado, soy consciente de que esta ya no es nuestra cama, aquella donde nos refugiábamos y entendíamos a la perfección, único lugar donde eso ocurría, donde nos reconciliábamos y donde me regalabas promesas que nunca cumplían, palabras eran solo palabras. Realmente era gracioso ver como poco a poco te ahogabas en tus propias incongruencias, esas que yo justificaba siempre.

Me cuesta reconocerme a estas horas, aturdido, pensando en todo y nada, sabiendo que lo único que me calma es el calor. En esta cama no hay sitio para ti, aunque desearía que las cosas hubieran sido diferentes para poder seguir compartiéndola contigo, pero no.

Vuelvo a mirar el móvil. Busco. Como una maquina escribo, sin pensar.

En Veinte minutos sonará el timbre. Y correré como un animal a abrir la puerta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario